El mercurio es un elemento altamente contaminante y peligroso tanto para el medioambiente como para la salud del ser humano y el incremento más importante de sus emisiones en ese periodo se registró en Suramérica y África subsahariana.
La convención sobre el mercurio compromete a los 94 países que hasta ahora la han ratificado a reducir las emisiones de esta neurotoxina, que cada año contamina los suelos, el agua y el aire a través de ciertas actividades humanas, en particular la quema de carbono y la minería de oro artesanal.
Para lograrlo, los países deben prohibir el funcionamiento de nuevas minas de mercurio, cerrar gradualmente las que estén operativas y reducir el uso de ese elemento en la minería de pequeña escala y en ciertos procesos industriales, como la producción de lámparas fluorescentes y baterías.
Se estima que 15 millones de mineros están expuestos al mercurio en setenta países.
"Una vez en el medioambiente, el mercurio entra en la cadena alimentaria, se acumula en el cuerpo llegando a dañar el cerebro, el corazón, los pulmones y el sistema inmunológico de personas de todas las edades", alerta el informe, divulgado entre los participantes en la reunión que se celebra esta semana en Ginebra.
Los más vulnerables son los fetos y neonatos, debido a que su sistema nervioso está en formación, por lo que su exposición al mercurio causa daños irreversibles al cerebro.
La convención sobre el mercurio -conocida como Convención de Minamata, por la ciudad japonesa en la que se firmó- es el acuerdo multilateral más reciente relacionado con el medioambiente, tras su entrada en vigor hace poco más de un año.
Entre los aspectos que regula, el texto establece las condiciones para el almacenamiento del mercurio que se retire de circulación, ya que es un elemento indestructible.
Durante siglos, el mercurio ha sido utilizado en termómetros y aparatos para tomar la presión. EFE
Foto ilustrativa: Archivo/Presidencia
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