Cuando aterrice en el aeropuerto José Martí de La Habana, con su esposa Michelle y con sus dos hijas, Obama se convertirá en el primer presidente de Estados Unidos en 88 años en pisar suelo cubano.
Sus objetivos son por lo menos dos: encontrarse con el pueblo cubano y consolidar la nueva relación con el presidente Raúl Castro, en la senda del espectacular acercamiento iniciado en diciembre de 2014.
La visita, que se extenderá hasta el martes, cuando seguirá viaje a Argentina, servirá también para que Obama refuerce la imagen de un Estados Unidos diferente al que por décadas promovió intervenciones y consideró a América Latina como su patio trasero.
Y en el último año de su segunda presidencia, Obama debe asegurarse de que sus avances con Cuba no puedan revertirse, sea quien sea el que le suceda en la Casa Blanca el año próximo.
Un gesto para tratar de reforzar la nueva relación será la reunión que sostendrá en la propia Habana con un grupo de disidentes, impensable hasta hace poco tiempo.
AFP
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