La elección hace nueve meses de un empresario al frente de la Casa Blanca suscitó el entusiasmo de numerosos ejecutivos, pero cuando Trump puso al mismo nivel a militantes de extrema derecha y contra-manifestantes en los enfrentamientos que causaron la muerte de una mujer el sábado en Virginia (este de EEUU), algunos de ellos le dieron la espalda.
El presidente ejecutivo del gigante farmacéutico Merck, Kenneth Frazier, inició la rebelión dando un portazo el lunes en el Consejo de industria estadounidense.
Fué seguido rápidamente por Kevin Plank, presidente de la marca de artículos deportivos de moda Under Armour, y por Brian Krzanich, presidente del gigante de los chips informáticos Intel.
Scott Paul, presidente de la Alianza para la industria estadounidense, siguió sus pasos este martes explicando simplemente en Twitter que: "Es lo que hay que hacer".
"Sospecho que otros empresarios también habrían querido protestar dimitiendo o posicionándose públicamente pero están atrapados", estima el economista Joel Naroff: "Por un lado deben maximizar la rentabilidad de los accionistas y por otro lado no pueden mantenerse indiferentes a las implicaciones sociales de sus decisiones, aunque solo sea por sus empleados".
Foto: AFP
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