El público de la pista Rod Laver Arena percibió vestigios de aquella Muguruza que irrumpió con fuerza en la cúspide del tenis mundial tras conseguir los títulos de Roland Garros (2016) y Wimbledon (2017) con tan sólo 23 años.
Un trepidante arranque de la hispano-venezolana dejó sin respiración a una Svitolina que fue a remolque durante todo el encuentro y que probó diferentes propuestas, como jugar más directo o variar direcciones, para inquietar a una inmutable Muguruza.
Veintitrés minutos le bastaron a Garbiñe para apuntarse la primera manga por 6-1 y mandar, de esta forma, a su rival al vestuario para corroborar que la rival a la que se impuso en seis de los diez choques que tuvieron anteriormente le estaba pasando por encima.
No soltó el acelerador y la tónica se extendió en el segundo asalto, a pesar de que Svitolina entró más en juego a partir de peloteos más disputados, hasta el igual de contundente 6-2 definitivo.
Nadie hubiera pensado tras su primer set en la primera ronda ante la estadounidense de la previa Shelby Rogers que la hispano-venezolana accedería a los octavos de final derrotando a Svitolina con una clase magistral de tenis.
Muguruza se vio castigada en aquel partido con un severo 6-0 y su continuidad en el torneo pendió de un hilo como consecuencia de su delicado estado de salud que le obligó a retirarse del reciente torneo de Hobart.
Sin embargo, la principal esperanza española en el cuadro femenino respondió instantáneamente con con un 6-1 y 6-0 posteriores, y en la siguiente ronda, frente a la australiana Ajla Tomljanovic, firmó una convincente actuación tras imponerse por 6-3, 3-6 y 6-3.
Su próxima rival se conocerá tras la celebración del partido que enfrentará este mismo sábado a la holandesa Kiki Bertes y la kazaja Zarina Diyas.
Foto y datos: EFE
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