Espectáculos

Brillando en tierras manchegas

Uruguay en el 45to. Festival de Almagro, España

Tras una semana de actividades, el evento más importante del mundo sobre el Siglo de Oro en lengua castellana viene ofreciendo, al avezado público local e internacional que acude cada año a la cita, una programación que en esta edición tiene por centro a la producción artística uruguaya.

14/Jul
2022
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El siguiente artículo publicado por MEC/Presidencia,  ha sido escrito por  LUCÍA MASCI, enviada especial a dicho festival según destaca el sitio oficial: 

Elegido por el Patronato del Festival como invitado de honor de la 45ta. edición del Festival de Teatro Clásico de Almagro, Uruguay desembarcó en el evento manchego por el momento con dos estrenos —Góngora estuvo aquí de Teatro del Umbral y Constante de la Comedia Nacional— y una importante delegación oficial integrada por el ministro de Educación y Cultura Pablo da Silveira, la directora Nacional de Cultura Mariana Wainstein, el coordinador del INAE Álvaro Aunchain y la directora de Promoción Cultural de la Intendencia de Montevideo (IM) Débora Quiring. 

Para dar muestra del talento local y consolidar los puentes ya tendidos con España, a esa primera delegación se ha sumado la exquisita participación de los reconocidos músicos Jorge Drexler y Luciano Supervielle, así como la del payador Juan Carlos López, cuyas ingeniosas rimas conquistaron a la ciudad manchega.

Una conferencia de prensa, un día dedicado al Uruguay con presencia de autoridades uruguayas y españolas, dos estrenos teatrales y la implicación del arte uruguayo en diversas actividades han caracterizado a esta primera semana de un festival que se extenderá hasta el 24 de julio.

A este primer desembarco se sumarán, a mediados y a finales del mes, dos nuevos estrenos uruguayos a cargo de la compañía Staying’ alive —El perro del hortelano— y de Teatro El Galpón —Semíramis, la hija del aire—.

A excepción de Constante, espectáculo enviado por la IM, las propuestas presentadas en Almagro son producto de una convocatoria pública lanzada por el MEC a través del INAE, y que implicó un arduo proceso de selección entre los proyectos postulados.

Así, los cuatro espectáculos presentados en el evento han sido específicamente creados para responder a la invitación extendida por etse prestigioso festival al Uruguay.

Este lugar de La Mancha cuyo nombre es Almagro, es conocido y reconocido como una ciudad artística y predominantemente teatral, que aloja el mayor reservorio del teatro de los siglos XVI y XVII en lengua castellana y conserva el único «corral de comedias» que mantiene su estructura y funcionamiento desde su inauguración en 1628.

Asimismo, un conjunto arquitectónico civil y religioso que transporta a lugareños y visitantes al mundo medieval, brilla en estos días en su máximo esplendor gracias a este evento veraniego que se ha consolidado como el más relevante sobre el Siglo de Oro a nivel mundial.

Resulta llamativo y altamente gratificante caminar por las calles de esta ciudad declarada hace ya medio siglo como Conjunto Histórico-Artístico, y verla empapelada de arte uruguayo. Y es que el festival se anuncia en plazas, calles, comercios, teatros y monumentos, con un diseño especialmente elaborado por el artista gráfico uruguayo Hogue y un verso del poema Fortuna de la reconocida poeta uruguaya Ida Vitale, que han sido respectivamente asumidos como imagen y como lema del evento.

Según Ignacio García, director del festival, esta invitación a los elencos, autoridades y artistas uruguayos es «una manera de agradecer su acogida a grandes exiliados republicanos del teatro español, como José “Pepe” Estruch y Margarita Xirgu», así como un modo de afianzar los puentes ya tendidos entre España y América Latina en torno a un Siglo de Oro que, según García, ya no puede concebirse ni pensarse prescindiendo de las miradas provenientes de América Latina.

n este sentido, «un Siglo de Oro diverso, mestizo, que se sale de los cánones de la castellanitud en que estuvo mucho tiempo» es lo que se propone esta 45ta. edición.

Cabe mencionar aquí, a modo de paréntesis, que Almagro es también sede del Festival Iberoamericano de Teatro Contemporáneo, consolidado desde hace ya un cuarto de siglo como el más relevante en cuanto al estímulo de producción, de pensamiento, de creación artística, de discusión e intercambio, entre artistas e investigadores del teatro contemporáneo de toda América Latina y de España, y que tiene lugar cada año durante el mes de octubre en el bellísimo Teatro Laboratorio «La Veleta» del Centro Latinoamericano de Creación e Investigación Teatral (Celcit) fundado por el manchego Luis Molina hace 46 años.

Así, el Festival de Teatro Clásico busca incorporar también este año, esos aires contemporáneos que se manifiestan claramente en las actualísimas relecturas provenientes de Uruguay y del mundo.

Estrenados ambos el pasado 1 de julio para inaugurar el festival, los espectáculos uruguayos presentados hasta el momento vinieron de la mano de la Comedia Nacional (Constante, dirigida por Gabriel Calderón) y de Teatro del Umbral (Góngora estuvo aquí, dirigida por Sandra Massera), y ambos sorprendieron por la originalidad y efiacia de sus propuestas y resoluciones.

En su 45ta. edición, y tras el flagelo de los cierres y suspensiones que impuso la pandemia, el festival se ha complejizado y diversificado acogiendo a 55 compañías provenientes de una decena de países entre los que destaca el invitado de honor.

Asimismo, la presencia femenina (siete autoras del Siglo de Oro y 23 autoras contemporáneas), así como la diversidad de países participantes y la vocación inclusiva que asumió el festival, renuevan esta cita ineludible acercándola desde las diversas relecturas de los clásicos, también a la creación contemporánea de los distintos territorios que aquí se encuentran, y que incluyen desde México o Guatemala a Estados Unidos, Italia o Costa de Marfil.

Durante el acto dedicado al Uruguay, que fue nombrado con el verso de Vitale que es lema del festival, las autoridades uruguayas y españolas se encontraron para festejar no solo el genuino interés sino también la profunda alegría de estrechar unos lazos que, como destacó el ministro de Educación y Cultura uruguayo, «son culturales».

«Lo que nos vincula a los latinos de América con los latinos de Europa, lo que nos hace habitantes de un mundo compartido que se diferencia de otros mundos son nuestras referencias a un mismo legado cultural y la conversación que venimos tejiendo desde hace siglos a partir de ese patrimonio común», expresó da Silveira.

También dijo que «los uruguayos no llegamos a España con la actitud de quien desembarca en tierra extranjera, sino con el talante de quien viene a retomar esa conversación que nos constituye».

En este sentido, puntualizó que «no se trata de un legado que tengamos que preservar sino de un viaje que no termina».

Por su parte, el alcalde de Almagro, Daniel Reina Ureña, se manifestó profundamente agradecido, en especial con la presencia del ministro uruguayo por haberse acercado a «la reserva natural del teatro barroco a presentar a los actores, actrices y compañías que —señaló— vienen a mejorar la calidad del festival» y a aportar «ese acento que tanto nos gusta».

El ministro da Silveira se manifestó también muy agradecido de poder trabajar «tan estrechamente y desde hace tantos meses» con la organización del festival, así como por el hecho de contar en el acto no solo con las autoridades españolas, sino con amigos uruguayos como Enrique Iglesias quien «a sus infatigables 91 años» había aceptado sin titubeos en un almuerzo días antes, ir y venir en el día para acompañar a la delegación uruguaya en la ciudad del teatro.

También hizo uso de la palabra el autor y director de Constante, Gabriel Calderón, quien como egresado de la Escuela de Arte Dramático (EMAD) que fundara Margarita Xirgu en Montevideo, refirió al legado de la enorme figura republicana y a su influencia en otros maestros del Uruguay como Estela Medina o Juan Jones, y especialmente en el actual director de la EMAD, Levón, a quien imitó con cariño y con su singular gracia, provocando hilaridad en el público al explicar lo que para ese gran actor uruguayo implicaba, gracias a las enseñanzas de Xirgu y hasta el día de hoy, «ser un actor barroco».

El público fue recibido en la Plaza Mayor de Almagro frente al legendario Corral de Comedias por el artista gráfico Hogue, autor de la imagen del festival y también presente en la delegación, y quien supo demostrar su talento realizando en apenas unos segundos caricaturas individuales del público asistente, quienes además de llevarse un trabajo invaluable mostró gran admiración por esa generosidad y talento intuitivo, similares a los que derrochó el payador Juan Carlos López.

«Nos pasa un poco como en el fútbol», reflexionó el ministro da Silveira. «Sorprende en el mundo que un país tan chico tenga tal concentración de talento».

En cuanto al talento convocado para las intervenciones artísticas, el festejo se dio el lujo de cerrar con la presentación del actualmente máximo representante de la música uruguaya en España: el gran Jorge Drexler, quien emocionó al público hasta las lágrimas con su Milonga del moro judío y sus eruditas, serenas, palabras sobre la música del «paisito».

En cuanto a los espectáculos uruguayos, la ciudad almagreña contó durante esta primera semana del festival con dos estrenos que comparten una vocación actualizadora, inteligentemente «traidora», y por tanto también «traedora» de los clásicos del barroco español a un presente estético que los asumió como pretexto o punto de partida para la creación original contemporánea.

Si toda escritura es reescritura y traición, y si la tradición es, a diferencia del patrimonio, algo vivo y por tanto mutante, la fidelidad al teatro por encima de la fidelidad a los textos (aquí asumidos como pre-textos) fue lo que primó en las apuestas de ambos estrenos.

Así, Teatro del Umbral apostó por el relato enmarcado y la myse en abyme para un espectáculo que, pese a haber sido concebido «muy a pulmón y en tiempo récord» tal como apuntó su directora, logró sin embargo impactar por la calidad de su hechura y el talento desplegado, tanto en el trabajo dramatúrgico como en la eficacia de una resolución escénica sostenida en un elenco de gran solvencia.

Juego de espejos, confluencia de tiempos y espacios, metateatralidad e intertextualidad son algunos de los recursos que sostienen el entramado de Góngora estuvo aquí, pieza protagonizada por el propio elenco uruguayo en un teatro dentro del teatro en que los actores esperan a su directora, Sandra Massera, para ensayar la Comedia venatoria del vate cordobés a presentarse en la 45° edición del Festival de Teatro Clásico de Almagro.

El espectáculo entreteje muy astutamente la inconclusa obra gongorina con la poesía —también gongorina— del escritor uruguayo Gustavo Espinosa, cuya última novela, La galaxia Góngora (HUM, 2021) incluye 1.902 versos compuestos en endecasílabos y heptasílabos, un «poema inconcluso» y de algún modo también apócrifo, ya que Espinosa los atribuye al protagonista de esta novela que se divide entre una en prosa narrativa y una rima que remeda, con maestría, la del poeta que conquistara al público culto de su época.

Inteligentemente hilvanados por los versos originales del dramaturgo y también actor de la obra Marcel García Campiglia, los textos de Góngora y de Espinosa dieron vida en Almagro a ese universo metateatral, metaliterario e intertextual concebido por Massera, logrando una gran efectividad que se tradujo en el aplauso, el festejo, el genuino interés y el profundo agradecimiento de unos espectadores que permanecieron casi una hora más en la sala para preguntar, elogiar, intercambiar y aportar diversos puntos de vista en un interesante y nutritivo diálogo con el elenco, tras el exitoso estreno.

De la mano de Marcel, el personaje que interpreta con gran ductilidad García Campiglia y que intenta dar a conocer a sus compañeros la genialidad de esos versos de Espinosa que lo fascinan, el elenco reveló al público internacional esa escritura inusitada del poeta nacido en Treinta y Tres, que conmovió por su calidad y originalidad.

Así, la poesía culterana producida por el uruguayo (otro «Espinosa» tras el criollo Juan de Espinosa Medrano, convertido en «el Góngora peruano de los declamadores» gracias a su Apológetico en favor de Don Luis de Góngora hace ya cinco siglos) resonó en la bella «bombonera» del Teatro Municipal para conmocionar a un público que no dejó de preguntarse boquiabierto —como el personaje del propio Góngora en la pieza— «¿Quién es Gustavo?».

Por su parte, el espectáculo presentado por la Comedia Nacional bajo la batuta de su director artístico Gabriel Calderón, sorprendió por la calidad de las actuaciones de un elenco que demostró un profesionalismo y talento abrumador. Bajo la idea borgiana de «quemar la biblioteca» y «trabajar con el texto como si estuviese perdido, como si ya no pudiéramos acceder a él, como si lo soñáramos mal y tradujéramos peor, tal vez traicionando a Calderón pero siendo fieles al teatro», el director uruguayo se alió con el dramaturgo chileno Guillermo Calderón para proponer un ejercicio de rescate de algunas de las ideas filosóficas contenidas en El príncipe constante de Calderón de la Barca, y jugar con un «Calderón al cubo».

Dejando de lado el argumento ligado al episodio histórico del martirio sufrido por el infante Fernando de Portugal en el Marruecos del siglo XV, el dramaturgo y el director optaron por destilar con agudeza las preocupaciones compartidas y vigentes de la pieza del autor con quien comparten apellido, y actualizarlas para acercarlas a las propias heridas aún abiertas en Uruguay y en Chile, entre ellas la del martirio de toda una generación mediante el uso y abuso de la tortura.

Así, estos nuevos Calderones revelan mediante una trama diestramente orquestada y sin aparente referencia a la obra que asumen como pretexto, el dolor silencioso de un cono sur en el que se ha impuesto una naturalización de ese modus operandi que es la tortura, y que la sociedad uruguaya avaló y decidió perdonar en dos ocasiones, otorgando al poder policial las riendas de un orden en el que ya nada parece tener valor ni sentido, sino en términos de la constancia individual en una profunda, irreparable incomunicación, y en un trágico «sálvese quien pueda».

Culminada así esta primera semana de un festival que hizo de Uruguay su estrella indiscutida, aguardamos la llegada de los próximos elencos para seguir festejando la calidad internacional de nuestro teatro.

Foto y datos: MEC-Presidencia/ autora de la publicación: Lucía Masci

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