"Me sentí prisionero hoy de mañana", aseguró en la sede nacional del gobernante Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) en Sao Paulo, tras prestar testimonio ante la policía federal en el aeropuerto de Congonhas.
"Si querían escucharme solo tenían que llamarme que yo iba, porque no debo y no temo" a la justicia, sostuvo ante decenas de correligionarios que gritaban "¡Lula, guerrero, del pueblo brasileño!".
Las fuerzas de seguridad allanaron la mañana del viernes la casa del exmandatario (2003-2010) a pedido de fiscales que investigan si tanto él como su familia recibieron favores de grandes empresas constructoras.
Los fiscales "encendieron en mí la llama. ¡La lucha continúa!", sostuvo. "Creo que merecía un poco más de respeto en este país", pero "no voy a bajar la cabeza".
"No sé si seré candidato en 2018" a la presidencia, sostuvo, pero anticipó que recorrerá el país defendiendo al PT.
Los fiscales que investigan a Lula detallaron sus principales sospechas de posibles crímenes de corrupción y lavado de dinero contra el exmandatario, una de las figuras políticas más importantes de América Latina.
"Lula, además de líder partidario, era el responsable final de la decisión de quiénes serían los directores de Petrobras y fue uno de los principales beneficiarios de los delitos. De hecho, surgieron evidencias de que los crímenes lo enriquecieron y financiaron campañas electorales y la caja de su fuerza política", dijo la fiscalía de Paraná, que investiga el caso, en un comunicado.
El procurador Carlos Fernando dos Santos Lima indicó a periodistas que grandes constructoras acusadas de corrupción en Petrobras pagaron a Lula en forma de donaciones u honorarios por dictar conferencias cerca de 30 millones de reales (unos 8 millones de dólares).
"Los favores son muchos y difíciles de cuantificar", afirmó el investigador.
AFP
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