El equipo con más desgaste de la competición, que tuvo que recurrir a los treinta minutos extra en cada uno de sus compromisos por eliminación, llegó hasta la final de forma inesperada.
Un fútbol de inspiración manejado por un grupo de futbolistas plagados de talento, amenazados por las limitaciones físicas, llegó hasta donde no pudieron llegar equipos tan reputados, tan consolidados como Alemania, Brasil, Argentina o España, adornados de una trayectoria que en Rusia les apartó del desastre.
Croacia impactó en su comienzo. Con una victoria de autoridad sobre Nigeria y una excepcional frente Argentina, donde se disparó su proyección. Ganó también a Islandia para completar una fase de grupos redonda.
No fue tan solvente el acceso a las eliminatorias. Tumbó a Dinamarca en los penales, tras una serie dramática. Igual sucedió con el anfitrión, Rusia en cuartos. Y también contra Inglaterra en la semifinal, a la que batió en la prórroga, antes de la suerte de los once metros.
Fue el éxito de Zlatko Dalic, un preparador al que su federación recurrió casi sin tiempo para sustituir a Ante Cacic no hace ni un año. El técnico de origen bosnio reactivó a sus hombres, que lograron un triunfo agónico contra Ucrania para acceder a la repesca de la clasificación para lograr ante Grecia, a ida y vuelta, el billete para Rusia 2018.
Luka Modric se ganó el derecho a disponer de un capítulo particular. El liderazgo del futbolista del Real Madrid convenció al resto de sus compañeros. El capitán de los Vatreni impuso el ritmo, la gestión, el convencimiento. Hizo mejor al resto Modric, que conservó su magnitud desde el primer partido hasta el final. Sin flaquear, dice un análisis de EFE.
A punto de invadir y de asumir el tramo final de su carrera el fútbol fue justo con Luka, coronado en Moscú, a pesar de la derrota, en el mejor futbolista del Mundial.
Foto: EFE
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