"Si permitimos que el derecho de asilo sea la vía libre para todo tipo de tráficos, será el final de este derecho y no les protegeremos", dijo.
Macron ha endurecido su discurso contra la inmigración en las últimas semanas, un giro rodeado de controversia.
El presidente francés hizo un llamamiento ante los legisladores de los 47 países miembros del Consejo de Europa para reformar la política migratoria de la UE, porque a su juicio "hemos fallado a Grecia y a Italia".
También apeló a una mayor solidaridad europea hacia los países de origen.
Señaló que la protección de las fronteras "no puede recaer en los países de primera entrada". Por ello, animó a invertir en la agencia europea Frontex y "compartir el coste" del dispositivo de control.
También apostó por "una verdadera política europea" de expulsión a los países de origen de los inmigrantes "que no tienen derecho al asilo", y a "luchar sin compasión" contra las redes de traficantes.
Además, defendió que los migrantes que sean rescatados en alta mar sean desembarcados en el puerto más cercano y seguro, y "no caer en el juego político en el que han caído algunos". Una alusión apenas velada a la actitud del ministro del Interior del anterior Gobierno italiano, el líder de la ultraderechista Liga, Matteo Salvini.
El presidente francés advirtió de que si un país no quiere repartir la carga solidariamente, "se expone a ser expulsado del espacio Schengen".
Afirmó que, aparte de construir derechos, su generación tiene que enfrentarse a las tensiones derivadas de fenómenos como los flujos de inmigración, el terrorismo u otros inéditos, como las redes sociales, pero "sin caer en soluciones fáciles".
Lamentó que no exista un orden público en internet y alertó contra "la fascinación que sienten algunos electores por los regímenes autoritarios".
Foto y datos: EFE
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